sábado, 26 de mayo de 2012

Encuentro 47


Estuve pensando que tras cada uno de los libros de la LIJ hay una concepción implícita o explícita de la niñez y que para quienes somos mediadores desde distintos lugares es muy bueno desentrañarla. Para eso hay variados puntos de vista: la niñez como construcción social y cultural, la que deviene de distintos encuadres sicológicos y sicoanalíticos, las que se han formado a raíz de los cuentos tradicionales, la que proviene de la escuela como institución, las concepciones dinámicas, las radicales, la que tiene o crea cada escritor y la que demanda el mercado editorial, y desde esa pequeña diversidad que he ido desplegando, hay una pluralidad más íntima, más personal-diría- que podría responder esta pregunta no retórica: a qué niño apela un autor cuando escribe: ¿el niño que habita los espacios tecnológicos, o el niño alejado de ellos, el niño que puede si lo desea acceder a libros, juegos, notebook o el niño que vive en los asentamientos urbanos, el del barrio o el marginado, el de los pueblos originarios o el de la capital, el que está solo o el que tiene un marco de contención, al que sabe jugar y perder o el que quiere ganar de cualquier forma? Quizás si pudiéramos hacer un ejercicio de indagación sobre este aspecto en cada lectura podríamos elaborar una mirada más profunda, más auténtica de la LIJ argentina y americana.
De la lectura de los libros infantiles se obtiene una respuesta primera que habla de nosotros, los que compramos, leemos y mediamos en esa escritura y por cierto habla de los autores y editores. Nos permite responder algunas cuestiones: escribir de quién, para quién, y sobre qué.
Nos deja seleccionar de otra forma, no sé si mejor, pero seguramente conscientes de la influencia que ejercemos sobre los chicos que reciben lo que les elegimos. Tarea seria, ¿no?- digo- decidir por el otro. Por suerte, el lector se libera de toda influencia en un momento de su vida y empieza a ejercer sus derechos, que no son pocos.
Algo sobre los vínculos entre historia y género en este enlace que he seleccionado a raíz de conmemorarse la semana de mayo:


Libros para compartir: 

Cartas y cuentos con historia, 2012, Mabel Pagano, Comunicarte. Es un libro que junta tres tipos textuales: la epístola, el cuento breve y el texto informativo en 10 capítulos que se fundan en personajes de la historia argentina, cada una abre con una carta que luego recrea en un cuento y acaba con una información sobre el personaje. Es una ficción histórica, una modalidad en la que Pagano se ha especializado con gran solidez.   

Magenta, Laura Ormando, primer premio editorial Sigmar 2012, con ilustraciones de Leicia Gotibowski. Es una reunión de cuentos que abordan distintos temas vinculados con el amor, la identidad y saberse diferente, el cuento que da nombre al libro es el último. Lo que merece un comentario especial es la escritura de la nueva autora, tan bien configurada que nos acerca a las emociones humanas más profundas. Reitero la manera de narrar y no el tratamiento de los temas es lo que distingue este libro.

La bruja y el espantapájaros, 2011, Gabriel Pacheco autor/ ilustrador, Fondo de Cultura Económica. Una bruja intenta seguir a sus compañeras con su monomóvil pero en el intento cae al suelo. Está muy apenada, descubre cerca a un espantapájaros que es quien va a ayudarla junto con una pequeña ave. El cuento reúne la solidaridad en estas pequeñas y valiosas  criaturas que encuentran otras formas de vivir. Maravillosa a la vez que inquietante cada página que se deja descubrir.

Sucedió en colores.2011, Liliana Bodoc, Alfaguara,  es un conjunto de cinco cuentos independientes unidos entre sí por los nombres de los relatos: Rojo, Blanco, Amarillo, Verde y Negro, desde un diablo que quiere enamorar a la vendedora de manzanas, la leyenda que explica el origen del ciclo de la luna, la pesadilla de un emperador por conservar el poder, las premoniciones de una campesina ante las desgracias por venir hasta llegar a un deshollinador que cambia su destino por una equivocación. Los tonos y la intensidad de los relatos de Bodoc son muy atractivos.