martes, 15 de noviembre de 2016

Encuentro 92

Esta será la última salida del año y quizás la última salida del blog que  probablemente cambie en otra expresión más breve y dinámica, como el tiempo que corre demanda. Mucho en poco espacio y con las palabras justas. Si se usaran…
Estoy abocada  a la investigación del género en la LIJ a la vez que sigo leyendo el material que recibo, ahora de algunas pocas editoriales. Esa es una razón de peso para concluir con este estilo de comunicación en este año. La concentración de editoriales en pocas empresas monopólicas que difunden solo a través de gacetillas y las limitaciones para comprar el/ los libros deseados han apurado mi decisión. No quiero hablar de libros que no se consiguen con facilidad ni que se comercializan en algunas librerías, pues los blogs son ventanas por las que se asoman muchos mediadores y curiosos de la lectura. Si el libro no está disponible: la necesidad  que se puede despertar se torna una frustración.
Me entusiasma la perspectiva de género en la LIJ argentina, cómo ha sido y es a través de las voces de las mujeres escritoras. Un tema necesario para estudiar con una advertencia: no hay que escribir cuentos y novelas sobre la violencia, no, hay que escribir sobre las mujeres, sobre sus vidas, sobre nuestras vidas. Veo que este síntoma de un desorden social  tan contundente, muy difundido por los medios incita a fabricar libros que “purguen” las bacanales de una realidad desigual, asimétrica y fatigante.
Es hora de decir, de mostrar, de indagar cómo se ha materializado el género desde el discurso y su perfomance, su representación  en la sociedad. Es tiempo de reconocer, como dice Paula Bombara sobre la tolerancia y el respeto  que ambas son “construcciones  sociales que cada persona, a su manera, puede lograr: algunos aceptan naturalmente a aquellos que están en el mundo de un modo propio, peculiar; otras no pueden soportarlo, y hay quienes aprenden a flexibilizar su pensamiento y realmente crecen en ese proceso.”
Ya no basta con tener una mirada solidaria con aquello diferente, hay que tenerla con las mujeres que somos cada una: solas, acompañadas, casadas, flacas, gordas, altas, bajas, coloradas, negritas, rubias, miopes, rengas, sordas, jóvenes, menopaúsicas y bien mayores,… ¡como sea!
Me refiero a las mujeres, podría estar hablando de género en los varones, pero trato de entender más sobre mí misma. Invito a los /as lectoras a hacer lo mismo con su propia historia, nunca mejor revelada en los discursos literarios que nos interpelan y colaborar a tejer los borradores de nuestras vidas que vamos corrigiendo en el tiempo.

Ahora sí les dejo estas lecturas para compartir:
 Lo que guarda un caracol, 2016, Paula Bombara. Buenos Aires. loqueleo. Santillana.
 La contratapa resume lo que el libro desarrolla con tanta solvencia narrativa, por cierto que lo recomiendo como una lectura necesaria, mi cita anterior remite a esa novela:
Detrás de la puerta del laboratorio diecinueve, Mirko pone en jaque las costumbres del equipo de investigación del Dr. Fernando Plazas. El modo particular con que Mirko mira el mundo hace que afloren emociones que no pueden controlar: Alejo y su intolerancia, Agustina y sus fantasmas, Lucrecia y sus deseos, Fernando y sus preguntas insaciables. Mientras tanto, los caracoles marinos animan a Mirko a encontrar su lugar entre los científicos. ¿Cómo encontrar la forma de ser fieles a sí mismos comprendiendo las singularidades de los demás?”

Como una película en pausa, 2016, Melina Pogoreslsky. Buenos Aires. Edelvives.
Es la historia de tres amigos adolescentes que saben todo del otro o casi todo, porque cada quien tiene algún secreto guardado. En este caso, Lucho, el narrador tiene algo que no sabe cómo decir, pero que de a poco se va a dar cuenta de que cuando se tienen amigos de verdad, a veces no hay nada que decir. Y es que Lucho es gay, y está empezando a pensar que es probable que se esté enamorando de su mejor amigo, pero nunca habló del tema con nadie y no sabe cómo hacerlo y qué reacción provocaría. Y allí está lo mejor de un relato episódico que nos va llevando de la mano a saber cómo lo concreta.

La pipa del abuelo, 2016. Graciela Montes. Buenos Aires, loqueleo.
Integra un grupo de cinco libros para compartir las primeras lecturas literarias y lúdicas con los chicos. Textos breves, ilustraciones coloridas y lenguaje atractivo. Celebro mucho que Montes circule en las bibliotecas de escuelas y casas porque es una de las voces más importantes de la LIJ argentina, fundante de una escritura novedosa, bien pegada a lo cotidiano, fuera de lugares comunes y lejos de lo didáctico, del “ corral de la infancia”.

Léame más, 2016. Vivi García. Buenos Aires, Tahiel ediciones.
Es una obra de teatro en un solo acto que reúne textos narrativos y poéticos con la técnica del intertexto. Así va tejiendo un encuentro entre un hombre y una mujer en un bar cualquiera de Buenos Aires. La autora es una narradora maravillosa y esto se plasma a la hora de leer este “monólogo literario “ en un tempo que entrecruza el tango con un discurso propio que tiene como centro esta cita de Borges: “ todo encuentro casual es una cita. Un escrito que se lee de un tirón y convoca  voces, emociones e historias como lo hace Vivi cuando narra. La celebro, y la escucho a ella, narrando y cantando suave, entrañable.

Nota a los lectores:
Gracias por seguirme y leerme. Quiero decirles que quien quiera enviar o intercambiar libro sobre género teórico o literario, estoy receptiva para seguir aportando lecturas, sugerencias, citas y propuestas para animarnos, alimentar nuestros interrogantes y trabajar a favor “de la  inclusión” en cada lugar con hechos y palabras. Además de encontrarme en cursos, talleres, charlas para insistir en la lectura y celebrarla.